Análisis terminable (o interminable)

La terapia es como un proceso de producción artesanal: laboriosa, delicada, centrada específicamente en el paciente y con un ritmo singular, que es el ritmo del paciente, pero siempre en el marco del setting psicoterapéutico, esto es, de las sesiones marcadas por el modelo junto a las necesidades de lo que el profesional entiende para el paciente.

El título de este post parafrasea, con alguna licencia, el epígrafe de Freud llamado “análisis terminable e interminable” (1914); en él se interrogaba si el inconsciente (objetivo mayor del análisis en aquella época), habría resurgido por completo al término del mismo o quedarían todavía algunos residuos por analizar.
El caso es que sea como fuere, cuando uno comienza la psicoterapia, en un plazo relativamente corto de tiempo percibe cambios. Lo que sucede es que suelen ser cambios menos nucleares de nuestro yo.

El psicoterapeuta intenta como uno de sus objetivos primordiales, que la persona logre crear actuaciones diferentes en su ambiente que le puedan aportar nuevas memorias que compitan con memorias dañinas. Sin embargo, llegamos a un punto del proceso analítico en donde aparece el estancamiento, o la sensación de que el avance es mucho menor. Ésta es una de las trabas importantes de la terapia. UNA PUESTA A PRUEBA de nosotros: terapeutas y pacientes. Aquí hemos dado posiblemente con un muro maestro, un aspecto nuclear del conflicto personal. En este punto, nadie puede decir cuánto se tardará en “hacer la obra de ese muro”, es decir, de desmenuzar ese potente conflicto instigador de la neurosis o del malestar. Aquí es cuando se hacen fundamentales dos cosas: por parte del terapeuta el haber sido capaces de crear una buena alianza de trabajo con el paciente, y por parte de ambos, tener confianza en la recuperación.

El terapeuta, si no es un ejecutor maquinal de la terapia, puede creer y esforzarse por el paciente, pero ADEMÁS EL PACIENTE debe REALIZAR UN ESFUERZO. El esfuerzo consiste en la perseverancia, en acudir a las sesiones a las que se le cita. Esto es así porque es importante trabajar para la reformulación de nuestros núcleos más duros. Una sesión semanal, que por término general es lo que se suele dar, no es en proporción mucho. Pensemos que un día tiene veinticuatro horas y una semana unas cuantas más. Dedicarle una hora a la semana al proceso de recuperación, es necesario y no suficiente. Y habrá que hacerlo durante el tiempo que uno necesite. Ésta es la única manera hoy por hoy, de lograr la transformación profunda y el bienestar. En un futuro, quién sabe si no se inventará algún elemento más rápido y eficaz, tipo intervención quirúrgica o farmacológica. Pero hoy en día, esto no existe o no es eficiente (terapia farmacológica únicamente).

Sería interesante si uno con honestidad se pudiera preguntar: ¿estoy dispuesto a hacer un esfuerzo? ¿a perseverar en el tratamiento, dure lo que dure? La duración del tratamiento estará en función de que se asista o no al mismo y de que el paciente pueda integrar lo que va sucediendo en ella.

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nuria

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