01/08/2014
La subjetividad
Lo subjetivo se define normalmente como antónimo de lo objetivo. Un ejemplo de fenómeno objetivo es la recepción por parte de nuestros oídos de un número particular de decibelios. O de las diferentes longitudes de onda que componen los haces de luz que atraviesan nuestros ojos y todo aquello que la Física pre-moderna estudiaba…Pero ¡ah! la cosa se complica y es que a pesar de ser estas características objetivas producen diferentes experiencias en cada una de nosotras/os. Así a algunos les agrada recibir un número alto de decibelios a los que llaman música y sin embargo para otros la misma cantidad les supone un ruido molesto.
La subjetividad tiene relación con la experiencia de esas características objetivas, dotándolas de cualidad.
Así que retomando la cuestión nos planteamos la siguiente pregunta: ¿Tiene sentido trabajar en terapia solo con diagnósticos «objetivos» en el tratamiento del padecimiento psicológico? Desde luego es muy operativo y la historia es testigo de ello, pero puede llegar a ser incompleto. Al trabajar con personas se hace necesario, si no indispensable, comprender qué les han supuesto a ellas los acontecimientos particulares de sus vidas y cuál es la intensidad de esas vivencias tan propias.
Muchos científicos sociales han entendido que para conocer cualquier fenómeno deben acercarse a las interpretaciones que dan los actores sociales del mismo, como hace el llamado enfoque «Emic» en Antropología, pero han caído en la cuenta de que incluso la visión del investigador más profesional y «objetivo» está salpicada de subjetividad.
Solamente acudiendo a una terapia que comprenda tanto el padecimiento desde la singularidad propia de la persona, como de la subjetividad que aporta el psicólogo/a y reconocida por éste, se comenzará a lograr un apoyo y una base segura para el crecimiento personal.
fuente imagen: allposters.com